Escena II

 

(Se apaga la luz. En una esquina aparece el psicólogo representando a Rafael)

 

Rafael:  ¿Tengo que llamar a la puerta?

Salvador:  No, se supone que ha llamado, y al oír: ¡adelante!, ha entrado. Aparece vestido con un elegante traje de chaqueta príncipe de Gales. Siempre ha tenido mucha clase, aunque tratara de ocultarlo.

Rafael:  Al fin te encuentro. No sabes cuánto he ansiado este momento. Te acuerdas de mí, ¿verdad?

Salvador:  ¿Cómo podría olvidar al que robó el amor de mi vida?

Rafael:  No he venido para hablar de Helena.

Salvador:  ¿De qué entonces?

Rafael: Del  informe encontrado en los archivos de la D.G.S. (Se lo entrega)

Salvador:  “Plan Judas”.

Rafael: Un nombre apropiado, ¿no te parece? Si el azar no lo hubiese puesto en mis manos, nunca habría sospechado que Judas eras tú.

Salvador: ¿Mil novecientos setenta y cinco? Pero, si estamos en mil novecientos noventa. ¡Ah, claro, la represión franquista! ¿Es que nunca dejaréis de manipular?

Rafael: Esta vez la técnica del calamar no te servirá. “Once de la mañana del diecisiete de junio de mil novecientos setenta y cinco. Se ha recibido una llamada de un tal Pavel. Hemos quedado en la cabina que hay frente a la D.G.S. Ha insistido en que vaya solo. De lo contrario no habrá trato. Me pregunto si está bien de la cabeza. Doce de la mañana. Me ha propuesto detener al Comité Central del Partido Leninista de España. Le he preguntado qué quiere a cambio. “Cambiar la historia” –ha respondido. La respuesta corrobora la primera impresión. No está  en sus cabales. ¿Sigo?