Escena XVI

 

(Se apaga la luz. En casa de Chelo sentados alrededor de la mesa camilla.)

 

Alberto:  ¿Habéis leído el capítulo?

Chelo: Odio la economía. He intentado leerlo, pero lo he tenido que dejar. Mi mente se resiste a seguir esos términos incomprensibles. No entiendo nada. Si no fuera porque es de Marx no lo leería, ¿a ti te gusta?

Salvador: Supongo que no. Las matemáticas, la economía y ese tipo de cosas nunca me han interesado.

Fernando:  Pues, aquí, te vas a hartar.

Alberto: Debería leer primero a Marta Haknecker, ¿no os parece? Porque empezar de golpe con Marx, no sé si lo va a resistir. Si a nosotros, que llevamos varios meses, nos cuesta. Imaginaos a él, que no sabe nada del tema.

Helena: No exageréis. Lo importante es comprender que el capitalismo es un régimen injusto, que explota a los obreros y al pueblo. Y, que al luchar contra la dictadura, estamos luchando contra el régimen económico que la sustenta. Ambos caerán al mismo tiempo. Los términos técnicos no tienen mucha importancia. Además Rafael, que estudia económicas, lo explica con un lenguaje sencillo (Suena el timbre)

Fernando:  Hablando del rey de Roma. (Entra Rafael)

Chelo:  ¿Has notado algo raro al subir?

Rafael:  No, ¿por qué?

Helena:  Chelo cree que el piso está quemado.

Rafael:  Tiene razón, deberíamos cambiar de sitio.

Helena:  Ha venido Salvador.

Rafael:  Helena me ha hablado mucho de ti. Eres casi un héroe.

Salvador:  En mi casa podemos reunirnos.

Rafael:  ¿Vives con tus padres?

Salvador:  Con unos compañeros.

Rafael:  No sé, con ese aspecto es muy peligroso.

Fernando: No empieces, deja que vaya como quiera.

Helena:  Ya hemos hablado del asunto.

Rafael:  No podemos arriesgarnos a que nos detengan por una tontería. Si caemos, caerán otros.

Fernando:  Si continúas, no volverá.

Rafael:   No necesitamos más estudiantes.

Fernando: Yo no estaría tan seguro.

Rafael:  Este tipo de problema no se da entre los obreros.

Fernando:  Sólo para ti es un problema. ¿Por qué no puede vestir y llevar el pelo como le de la gana? ¿Es que sólo detienen a estudiantes con el pelo largo? Eso es lo malo de los maoístas que queréis controlar hasta la vestimenta.

Rafael:  La revolución está por encima de los individuos. El que no esté de acuerdo, que se marche.

Fernando:  Pues vaya aliciente. Dejar la sartén para caer en el fuego.

Helena:  Necesita más tiempo. Todos hemos pasado por lo mismo.

Fernando:  Salvador debe de estar alucinado.

Salvador:  La verdad es que sí. Me parece estar oyendo a mi padre. No entiendo nada.

Chelo:  Pues ya verás, cuando empecemos con el valor de cambio.

Rafael: Los estudiantes nunca cambiarán. Todo se lo toman a broma. Por eso los obreros no os quieren ni en pintura.

Fernando:  Y tú, ¿qué eres?, ¿un minero?

Helena:  Se está haciendo tarde. Toma el libro Salvador. (Se sientan)

Rafael:  (Dirigiéndose a Chelo) ¿Quieres hacer un resumen de lo hemos visto hasta ahora?

Chelo:  No, gracias. Yo lo entiendo a mi modo.

Alberto:  ¿Lo hago yo?

Rafael:  De acuerdo.

Alberto: Marx distingue en la mercancía dos aspectos: el valor de uso y el valor de cambio. Y dice que el valor de cambio depende del trabajo socialmente necesario.

Rafael:  ¿Y el capital? ¿Cuál es su origen?

Alberto:  El trabajo, es trabajo  no pagado. Es decir, plusvalía.

Fernando:  Deberíamos empezar por el prólogo, porque, Salvador, no tiene ni idea.

Rafael:  ¿No has leído los Manuscritos ni el Manifiesto?

Salvador:  No.

Rafael:  ¿A Lenin?

Salvador: Tampoco. La economía nunca me ha interesado. Y la política, hasta ahora, tampoco.

Chelo:  ¿Qué lees entonces?

Salvador:  Novelas, cuentos, poesíateatro.

Chelo: ¿Qué escritores te gustan?

Salvador:  Genet, Sartre, Camus.

Rafael:  Burgueses decadentes. No deberías perder el tiempo leyéndolos.

Salvador:  Eso mismo decían los curas, pero no les hice caso.

Fernando:(Riendo) La verdad es que tienes razón. Parecemos curas, curas revolucionarios, pero curas.

Salvador:  Juan, un compañero de clase, comentó el otro día que un  filósofo, creo que francés, ha hecho un análisis comparativo entre el marxismo y el cristianismo. Por lo visto los primeros cristianos hacían proselitismo, se reunían clandestinamente, propagaban sus creencias con el mismo entusiasmo que hoy los comunistas. Y llega a la conclusión que es debido a la similitud doctrinal entre ambos, o sea que el comunismo es una racionalización del cristianismo.

Rafael:  Los estudiantes, como todos los pequeños burgueses, están más liados que la pata de un romano. No tienen claro sus intereses de clase y bandean de un lado para otro. El marxismo es una ciencia, y el cristianismo, una religión. Nosotros luchamos por la justicia ahora, no después de la muerte.

Salvador: Se refería a la actitud mental, ambos aspiran a un paraíso, se dirigen a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, es decir, a los menos cultos y, por tanto, más crédulos. En definitiva, que se trata de una nueva religión.

Rafael:  Estupideces de un intelectual burgués. No me extrañaría que fuera un agente de la CIA.

Fernando:  (Con ironía) La discusión ha terminado.