(Se apaga la luz. En la consulta.)
Psicólogo: Sus respuestas tajantes, y la incapacidad de captar los matices, son típicas de un converso. Está tan convencido que resulta antipático, aunque no mucho más que la mayoría de las personas. ¿Qué ocurrió después?
Salvador: No sé si Luisa ha olvidado parte del diálogo, pero, el día que asistí al seminario de economía marxista, llevaba algún tiempo saliendo con Helena. Empezamos a salir el mismo día que la salvé de las garras de los grises. Cuando conocí a Rafael, aún llevaba el pelo bastante largo, y seguía vistiendo igual que antes, aunque mentalmente ya no era el mismo. A pesar de ello, no le pareció suficiente.
Psicólogo: Entonces le hizo caso.
Salvador: A él, no, lo hice por Helena, aunque debieron pensar que me habían ganado para la causa.
Psicólogo: Se puede decir que mataron dos pájaros de un tiro. ¿Cuándo se enteró que vivían juntos?
Salvador: En ningún momento concreto. Todos sabían que eran pareja. Fue la negativa de Helena, lo que me hizo comprender que había mal interpretado su interés por mí.
Psicólogo: ¿Aceptaron reunirse en su piso, a pesar de su aspecto?
Salvador: Cuando estuve metido en el ajo, comprendí que había sido un paripé. Los sitios para reunirse escaseaban, así que, no hubiesen rechazado el ofrecimiento, si lo hubiesen necesitado. Lo único que importaba era la revolución, los pisos quemados, los pelos largos o la ropa se rechazaban o defendían, según la estrategia del Partido en ese momento. No teníamos nada que envidiar a Maquiavelo ni a Protágoras.
Psicólogo: ¿Por qué aguantabais esa actitud despótica? Con ese tipo de personas es difícil no discutir, aunque sólo sea por llevar la contraria.
Salvador: Lo que más me molestaba era su aire de superioridad. Parecía que estuviera dando una clase magistral. Él hablaba, y los demás nos limitábamos a escuchar. No le interesaban las opiniones de los demás sino lucirse. Por eso decidí que nos enfrentaríamos en igualdad de condiciones. Durante las semanas que duró el seminario, leí todo lo que pude de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao, Althusser y algunos más.