(Se apaga la luz. En el parque del Oeste)
Rafael: Abandonas la lucha, y dices que no es por motivos políticos.
Salvador: En la cárcel he visto el verdadero rostro de la revolución, y me ha decepcionado. Los revolucionarios son como todos los seres humanos: ambiciosos, ruines, miserables, cortos de mira e incapaces mentales.
Rafael: Ya nos informaron que eras un empedernido lector del teórico del nazismo.
Salvador: Que un obrero ignorante desprecie los libros, es comprensible. Pero que todo un licenciado en económicas y alto cargo del Partido diga tal lugar común, asusta. Me pregunto si también quemaríais o prohibiríais sus libros, si llegárais al poder.
Rafael: ¿Vas a negar que Nietzsche es un filósofo nazi, racista y antisemita?
Salvador: Sólo una pregunta: ¿lo has leído?, ¿has leído una sola línea? No, claro, ¿para qué perder el tiempo con esa basura? Conmigo no te va a servir esa táctica. Si lo que insinúas es que unos libros han sido los culpables, te equivocas. He cambiado al ver cómo se comportaban los revolucionarios con el prójimo al que dicen defender. Sin la careta de la acción, son unos pobres hombres de los que no se puede esperar sino una sociedad igual o peor. Sí, he leído a Nietzsche, a Séneca, a Hegel, a Engels y a muchos más. Si algo sobra en la cárcel es tiempo. Pero para qué seguir hablando, si, diga lo que diga, voy a ser condenado. Sentencia: expulsado del Partido por sus ideas pequeño-burguesas, troskistas y fascistas. ¿Cuándo podré ver a Helena?
Rafael: A las nueve en Aluche.