(Se apaga la luz. Consulta del psicólogo)
Psicólogo: ¿Qué hizo a continuación? ¡Hable! ¿Qué hizo?
Salvador: No lo no recuerdo.
Psicólogo: Cumplió su amenaza, ¿verdad?
Salvador: No lo sé, no volví a verle.
Psicólogo: ¿Qué hizo después? Intente recordar. ¿Qué hizo?
Salvador: Ya se lo he dicho, me marché a Francia.
Psicólogo: ¿Y antes? ¿Qué hizo antes? Conteste, ¿qué hizo después de amenazar a Rafael?
Salvador: No lo recuerdo.
Psicólogo: Llamó a la policía, ¿verdad? Si la policía los detenía el plan de Rafael fracasaría. Por eso llamó usted a la D.G.S. ¿Si o no? Conteste.
Salvador: Sí, sí, sí. Alguien tenía que defender a los que habían muerto, habían sido encarcelados, o habían sido expulsados por pensar libremente. ¿Con qué derecho iba a hacer lo que habían negado a otros durante años? Sí, yo avisé a la policía, y no me arrepiento.
Psicólogo: Y si se hubiese equivocado. No se puede prever el futuro.
Salvador: Yo lo vi, ¿comprende? Lo vi con mis propios ojos. Tiraron por la borda años de lucha por un plato de lenteja.
Psicólogo: ¿Cómo puede estar seguro de que no fue un sueño?
Salvador: Ya se lo he dicho. Estuve allí.