Por las noches
el borde de la costa
se puebla de luces.
Unas, avisan a los navegantes
procedentes de tenebrosas regiones,
otras, son fuegos divinos
que mantienen viva
la esperanza del retorno.
Nausica, desde la azotea,
me muestra los calderos
que iluminan el camino
de la sagrada Tartesos.