Las elevadas peñas del Olimpo
han quedado vacías, Safo.
Los dioses, mezclados con la muchedumbre,
esperan en el muelle el navío
que trae las deliciosas imágenes
de los artistas atenienses.
Las calles tapizadas de flores
nunca habían visto tanta belleza.
Algunos exclamaban a su paso:
¡No son obra de mano humana!
Yo les increpé: Ignorantes,
si fuerais al mercado
a algo más que a discutir
sobre dentaduras de esclavos
escucharíais la voz de los sabios.
“La naturaleza nos une a los animales,
el arte a los dioses”.