Poemas

 

            I 

Ártemis y Teseo
sonrieron,
cuando Hipólito y Fedra,
quitándose las máscaras,
se besaron.

Dicen que atravesaron el ágora
cogidos de la mano,
otros que hicieron el amor
detrás del escenario,
aunque no supieron decir
si eran sus almas o sus cuerpos
los que se abrazaron.

 

                   II

     Si aumenta el mal
de generación en generación
los dioses tendrán que añadir
otra tierra a la que ahora poseemos,
vaticina el poeta.

Pero se equivoca.
Los dioses no tendrán que elegir
entre Epicuro y Teseo
porque el mal, como el placer,
no aumenta, sólo se colorea.

Y si, por azar, creciera
con el Hades bastaría.

 

             III

Tal impacto causó
que las paredes de la casa,
cobrando vida,
confesaran a Teseo
la infidelidad de Fedra,
que el público,
interrumpiendo al actor,
ovacionó al utilero del teatro.

 

                    IV

     No sé si hay dos Afroditas
la Celestial y la Popular,
como afirma Jenofonte,
ni si hay uno o dos Eros
como especula Platón
en el Banquete.
Pero, cuando el rapsoda
narró el desgraciado amor
de Fedra por Hipólito,
Sócrates susurró al oído
de sus jóvenes enamorados:
El deseo se marchita,
el amor puro es eterno.

 

         V

Al pasar Hipólito
malherido
junto a la diosa
que el divino Leocares
esculpió
en el ágora de Atenas
las flores del altar
reverdecieron
humedecidas
por sus lágrimas.

 

                 VI

     Más poderosa que una diosa
es Afrodita,
si la mismo pasión
que inspiró a Fedra
palabras próximas a la locura,

     ¿Cómo podría conseguir la bebida
de aguas puras…
azuzar a los perros…
…y domar potros?,

enloqueció a Caracol,
confundiendo a Ártemis
con Afrodita,

     Válgame la Virgen Pura
tengo momentos de loco.

 

                VII

     Me gustaría alcanzar
las costas de las Hespérides,
canta el coro angustiado
por la confesión de Fedra.

A mí la cueva de Salamina
donde los frutos del mar se funden
con los frutos de su espíritu.

     Alégrate, bebe, preocúpate sólo
de tu vida de cada día, lo demás
déjalo en manos de la fortuna.

     Cuestiona todo, aprende algo,
pero no esperes ninguna respuesta.

Ojalá la bahía,
el ocaso y los temporales
generaran en mi alma
tan clarividentes pensamientos.

 

Fedra e Hipólito   Dibujo de Juan Capllonch