En borbotones de nudos
se rompe la calma de mi cuerpo
al oscilar por mi piel sus manos.
El deseo de estrujar
uva con los dientes,
de hundirme en arena mojada
hasta sentirme mezclado,
arrastrado por la marea,
me posee.
Contengo la respiración
evitando bocanadas de fuego,
jadeante como una fiera,
cansado, pero aún con fuerza,
nos cogemos de la mano.