Al-Hakam II

 

¡Canta Ziryab! Alegra la melancolía
que anega el alma dubitativa de un pecador
que husmea, en la confusa maraña de la mente,
el rastro divino que no halla en los hombres.

Busco el reposo entre estas piedras,
en la soledad, alejado de los hombres
que acunan su felicidad en la ignorancia.

Sentado en los rincones más oscuros
deshago con ebrios pensamientos
la tupida hierba geométrica
que como una pleamar de alcohol
cubre celosías, arcos  y techos.

La locura reina en Córdoba.