Al-Zahra

 

Sabios que hablan extrañas lenguas
se agolpan en interminables colas
a la puerta del Alcázar
portando, en sus brumosos labios,
planos de ciudades celestes,
de transparentes muros y jardines,
lenguaje de locos y sordomudos.

Charlatanes y magos aseguran
que sus mentes unidas en círculo
plasmarán en un lienzo blanco
palacios, calles y plazas,
morada de los bienaventurados.

Otros que el sol proyectará,
sobre las rocas de Chabal-Arus,
su naciente mirada
dibujando el contorno de una ciudad.

¡Madinat al-Zahra!, exclamó al-Nasir
contemplando sobre la sierra
el brillo moribundo del ocaso.