Un dragón verde
de ojos cristalinos
y escamas de oro
duerme enroscado
en el cuello de Tarub.
Sus doradas garras
moteadas de perlas
corretean por sus senos
enrojeciendo las mejillas
de la joven princesa.
Esta hermosa joya
enciende la envidia
cuando el ocaso
ilumina sus fauces
atrapando las miradas.