Al-Shifa apenas duerme
añorando las hermosas estatuas
que adornan los templos de Grecia.
Paseando por los jardines
sus ojos vuelan como gaviotas
tras fantasmales veleros
que navegasen por la campiña.
¡Son tan bellas sus formas!
Artistas de Constantinopla
inmortalizarán su figura
modelando en los arcos del Mihrab
los rizos de sus cabellos.