Los fríos matices de la luz en otoño
despojan de su mágica luminosidad
muros y rincones de al-Zahra
que yacen inermes sin vida.
Las nubes empujadas por los vientos
desde el vasto seno del océano
insuflan perezosas volúmenes
fugaz metamorfosis inacabada.
Solitario, sin esperanzas, la duda
se adueña de mis pensamientos
que impregnados de humedad
se arrastran melancólicos
por la cansina corriente de la nada.
La lluvia afina marchitas notas
ensayando quejumbrosas melodías,
alimento de almas solitarias,
que indecisas no encuentran
la canción que calme sus espíritus.