No te alejes septiembre,
no alejes de mi mano
el sabor del otoño.
Nunca olvidaré las calles
que nacen y mueren entre olas
ni el velo de luz tenue
cubriendo la Candelaria,
galeón de rocas y palmeras,
ni cruzaré por callejuelas húmedas
buscando en el cielo de Cádiz
atardeceres de tonos homéricos,
ni vigilaré el despertar
de las estrellas y luces
de los pueblos de la bahía.
Fondeados en la memoria
se balancean los anzuelos
los agrios gemidos de las gaviotas
la carná entre olas.
No me abandones septiembre
abrázame con tu luz herida.