El sol implacable deletrea todas las olas,
las gaviotas y las nubes bordean con dulzura
los caminos más abundantes,
las algas despliegan todos sus tonos verdes
y el mar exalta su belleza
estirando sus miembros hasta los límites de su cuerpo.
La luz dorada, blanca en los extremos
como la tenue ola de la luna llena,
clama por el éxtasis, provocando en los cuerpos
los deseos más profundos.
La luz, el mar inmenso y el calor que despide
provocan la felicidad intensa siempre momentánea.
Desnudo y descalzo oprimo mis pies
contra el agua blanca y la espuma
que olvidan los astros que atraen los mares.
Una felicidad imperceptible y embriagadora
invade mi cuerpo y mis pensamientos
como la luz oscura que abraza la tierra por oriente
cuando el sol huye entre sábanas blancas.
Siento entonces que el infinito
respira por mi pecho
y mis ojos como estrellas
despiden su luz intensamente.