Las estrellas luminosas se ofrecen intensas a los ojos que buscan.
Allí el Carro, la Osa Mayor, Siro y el Lucero del alba,
la Vía Láctea, la Luna próxima
y el Sol oculto en los acantilados del Pacífico,
los astros errantes y la fugacidad de la luz
que recorre el espacio nocturno,
la mirada que calma, la respiración inquieta,
el mar sin horizontes a mi espalda
y la tenue luz de los astros sobre las olas,
las rocas, las olas que baten y la blancura de sus venas,
¡¡las estrellas luminosas rodeando el ecuador
los trópicos y los polos!!
la vida que ocultan tras la telaraña de luces
y los pensamientos de los hombres
que florecen con su brillo,
la luz de los astros, las estrellas nuevas
y el último aliento de las estrellas muertas que aún nos alcanzan,
¡¡toda la luz de la noche aguijoneando mi cuerpo y mis pensamientos!!
Estrellas luminosas que recorréis el espacio
protegiendo con luz nocturna
a los hombres que cruzan las selvas de América y África,
a los marineros que navegan por los océanos y mares más ariscos
de Alaska y Noruega o los golfos profundos del océano Índico,
a los campesinos que preparan los campos de labranza
en las altiplanicies de los Andes o en las tierras más frías,
en los huecos más cálidos de Asia o en cualquier pueblo de Andalucía
y a los obreros que se dirigen a las fábricas
arrastrando sus cuerpos por metros y autobuses
de cualquier ciudad de Europa o Norteamérica.
¡¡Estrellas luminosas!!
Estrellas que os asomáis a las costas templadas en primavera y verano
deambulando de mi mano por el espigón y por la Caleta
dejad vuestra luz impresa en mi memoria.