El presente enturbia mi voz:
injusticias, dolor, guerras.
Pero mis pensamientos pertenecen al futuro,
un mañana que otros gozarán.
La luz de un mundo nuevo
palpita en mis palabras,
de mis labios brotan
los primeros cantos
de una humanidad nueva,
deseada por todos los hombres,
sentida por algunos (tú, Walt uno de ellos).
El amor, el sexo, la amistad,
el amanecer, la noche,
los animales, las plantas, cada uno de los continentes y mares,
las estrellas, los planetas, la vida extraterrestre,
la felicidad, la vida, la muerte
(el dolor en un mundo de hermanos
no es dolor
ni la necesidad tristeza).
Todos estos sentimientos
pertenecen a un mundo nuevo, a la humanidad del futuro.
Sé que muchos, en algunos momentos,
pertenecéis como yo a esa generación futura
que, algún día, leyendo estos versos
exclamarán como yo lo hago:
¡Si estuvieras conmigo!
Aunque también como él te respondo:
¡Tú y yo estamos tan cerca!
Quizás seamos una misma cosa:
el aire que respiramos,
la hoja que cae en el otoño,
esa ola mecida por el invierno,
porque yo, incrédulos, renaceré
viviendo las alegrías y los dolores
en el mundo de felicidad que se avecina.